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viernes, 4 de febrero de 2011

AÑO 1822. El INICIO DE LA DEUDA EXTERNA ARGENTINA.

Conozcamos a dos funcionarios del gobierno involucrados en el inicio de la llamada “deuda externa Argentina”, y que creen… ¿Qué fueron presos?

En el inmenso territorio del Virreinato, Buenos Aires era tan sólo la sede política del gobierno, en buena medida por la necesidad de evitar o al menos contrarrestar los avances portugueses en el Plata; su territorio más importante no estaba formado por lo que hoy es la provincia de Buenos Aires (que sólo se extendía hasta el Río Salado) sino por las actuales provincias de Entre Ríos, Santa Fe y Corrientes, por la Banda Oriental y por las Misiones. De estas zonas provenían los productos que salían al exterior para pagar las importaciones, que eran suministradas en abundancia por el Litoral y embarcaban, indistintamente, por Buenos Aires o por Montevideo.
Por ese motivo en Buenos Aires se hallaba el grueso del comercio de intermediación el cual actuaba en forma singular: abonaba las importaciones la mayoría de las veces con el producto de las exportaciones (cuero y salazones) o con el metal proveniente del Alto Perú, actuando en el interior por medio de representantes o consignatarios que, en el litoral, compraban cueros que pagaban con los productos importados y en el Noroeste y el Alto Perú vendían productos importados que les eran abonados con plata.
La apertura del puerto coincidió con el proceso de emancipación y éste trajo la guerra no en Buenos Aires pero sí en el Noroeste y el Alto Perú, y es en este último donde los errores cometidos por los enviados de Buenos Aires, unidos a la resistencia española, cortaron casi inmediatamente el tráfico comercial.
A partir de la derrota de Huaqui se interrumpió la corriente de metales desde el Alto Perú, y la guerra comenzó a asfixiar a provincias ricas como Salta y Jujuy entre 1811 y 1820. Las autoridades "Nacionales"  Buenos Aires empezaron a convivir con el ahogo financiero e ingresos cada vez más disminuidos. El gobierno lanzó "empréstitos forzosos", préstamos de guerra disfrazados que nunca eran devueltos o que lo eran a cambio de papeles del mismo gobierno que sólo servían para pagar otros impuestos.
Oportunamente, un grupo de comerciantes y prestamistas ingleses comenzó a establecer sus negocios en el país: son los De Forest, Zimmerman, Robertson, G. P. Ford, Higginbotham, etc. Recuérdese que la plata no era solamente un metal buscado con avidez: también era la base de un sistema monetario bimetalista junto al oro, que lógicamente se asentaba sobre el metal de menor valor. Las Onzas abundaban, pero con ellas sólo era posible realizar grandes operaciones comerciales; el Peso y los Reales Plata, en cambio, eran escasos y se necesitaban para las transacciones cotidianas. Una Onza de oro sellado equivalía a 16 o 17 Pesos Plata; cada Peso se dividía en 8 Reales Plata, los que a su vez se subdividían en Cuartos de Real.

El 6 de septiembre de 1822 abrió sus puertas el Banco de Descuentos, una iniciativa privada formada básicamente por capitales ingleses. La Sala de Representantes de la Provincia de Buenos Aires le otorgó el  privilegio de ser el único banco del país por un período de veinte años. (Si piensan que eso es monopolio, ¡es verdad!) "En una plaza comercial en la cual intereses del 3,4 y hasta del 5 por ciento mensual (como ahora…) era cosa corriente, era muy difícil que un banco, que sólo logró repartir 12 por ciento en su primer año de vida, consiguiera entusiasmar a nadie".
De acuerdo a su Carta Orgánica el Banco no sólo se ocuparía de los Descuentos, sino también de la emisión, con un capital de un millón de Pesos Plata que serviría como "encaje" de la emisión de billetes de veinte, cincuenta o cien pesos, que podrían ser canjeados en cualquier momento por el metal que representaban.
Los bancos eran, en aquel momento, algo del todo novedoso en Sudamérica; recién empezaban a ser aceptados y conocidos en Europa y Estados Unidos. Tal vez por eso los capitales que se suscribieron fueron escasos: a fines de 1822 llegaron a los 400.000 pesos. Ello no impidió, sin embargo, que el Banco de Descuentos comenzara a funcionar y que al año siguiente, en 1823, quedara en absoluta y total libertad de acción,  desembarazándose de la vigilancia que debía ejercer sobre el Banco la Sala de Representantes, para iniciar una emisión descontrolada y sin respaldo metálico. El Banco no solucionó la escasez de moneda, y a fines de 1822 la provincia encargó monedas de cobre a Inglaterra.
El 24 de febrero de 1823 durante el gobierno de Martín Rodríguez la Sala de Representantes ante "la penuria de moneda menor que ha crecido incesantemente" decidió la emisión de "vales menores", de uno, tres y cinco pesos, canjeables por onzas, billetes del Banco o monedas de cobre. 


Por la actuación de los “Funcionarios” Manuel J. García y Bernardino de la Trinidad González Rivadavia  y Rivadavia (Alias “Bernardino Rivadavia”), se autorizó a que fuera el Banco el que realizara la emisión, "en cuyo caso el gobierno retiraría sus vales y no emitiría otros". A los pocos días el Banco encargó a Londres la impresión de un millón de pesos. Hasta ese momento la emisión de billetes no superaba los trescientos mil pesos, pero emitiendo un millón a un interés del 9 por ciento anual (tasa a la que se resolvió bajar los intereses el 4 de julio), la ganancia extra era considerable.
Una vez conseguida la libertad de acción con el episodio de los valores menores, el Banco inicia la emisión masiva de billetes y el consiguiente préstamo de los mismos, con lo cual logra elevar apreciablemente sus dividendos. Estas ganancias, que en el primer año fueron sólo de un 12 por ciento se elevaron al 10 por ciento más en el semestre siguiente, aun cuando los intereses cobrados por los préstamos fueron reducidos a la mitad, del 18 al 9 por ciento.
En el balance de 1824 los préstamos excedían en 800.000 pesos a las disponibilidades. En un año el Banco había quintuplicado su emisión.
En septiembre de 1824 consiguió que el gobierno ordenara a Baring Brothers de Londres la remesa de 500.000 pesos fuertes (98.950 libras esterlinas) para "proveer a las necesidades de moneda metálica que ya se hacía sensible, ya que con previsión, debía acudirse al remedio para no tocar resultados que fuesen en mengua del crédito del Banco" (Libro de Actas del Banco, 17 de septiembre de 1924).
La actitud del gobierno salía, a la vez, a defender al Banco de Descuentos ante la posibilidad de una competencia autorizada: el Banco Nacional, cuya creación comenzó a discutirse.
Los Hermanos Robertson, Braulio Costa, Félix Castro, J. P. Sáenz Valiente, Miguel de Riglos y Sebastián Lezica montaron una audaz operación de Bolsa a partir de la llegada del préstamo de Baring: las acciones del Banco que el 25 de junio cotizaban con un "premio" máximo del 7 al 8 por ciento llegaron al 80 por ciento para rebasar en julio el 160 por ciento.
El periódico Argos del 10 de julio señaló que "en estos días han parecido felices cuantos han podido desembarazarse de sus onzas de oro en cambio de papel". Sólo se enriquecieron aquellos que vendieron en pleno auge y compraron oro, el que, un año más tarde, al desatarse la guerra con Brasil, multiplicó su precio. No sólo habían ganado un cien por ciento con la venta de sus papeles, sino que lograron, un año después, ganancias de hasta el trescientos por ciento con la cotización del metal.
El Banco, en sus tres años de vida, "empapeló" la provincia. Pero no obstante ello, hasta fines de 1825 no se dieron cuenta de los efectos de la operación fraudulenta.
A comienzos de enero de 1826 los directores del Banco solicitaron al ministro Manuel J. García la inconversión de los billetes, es decir, la obligación, para toda la provincia, de aceptarlos como moneda. García llevó su posición ante el Congreso Constituyente, planteándolo como una consecuencia nefasta de la Guerra con Brasil, y no como el final de una serie de operaciones irregulares.
En el Congreso se enfrentó con la oposición de Julián de Agüero, que buscaba cerrar el Banco de Descuentos para erigir en su lugar el Banco Nacional. La influyente presión de García logró el colmo: se decretó la inconvertibilidad por tres meses, y el Banco de Descuentos aceptó una "indemnización" del 40 por
ciento de ¡su capital de libros!, para luego entrar a formar parte del nuevo Banco Nacional. En poco más de cinco años el nuevo Banco Nacional cubrió aquel 40 por ciento, descapitalizándose. Una muestra cabal dada por sus balances: en 1831 el capital real del Banco Nacional, que debía ser de 5.250.000  pesos, era de sólo un millón.
Alejandro Olmos Gaona relata el último capítulo de la historia del empréstito Baring Brothers: "Después de transcurridos los años retenidos en concepto de intereses adelantados no pudieron pagarse los intereses, y debió recurrirse a la venta de dos barcos para afrontar el pago de las obligaciones. Rosas se enfrentó con una deuda que ya era cuantiosa y trató de demorar los pagos, aun cuando las presiones se hicieron cada vez más intensas.
En 1842 un representante de los banqueros trató de llegar a un acuerdo y entonces Rosas ordenó a su ministro en Londres, el Dr. Manuel Moreno, que explorara la posibilidad de entregar las Islas Malvinas a cambio de la cancelación de la deuda, previo reconocimiento de la soberanía argentina sobre las islas. La negociación no prosperó y a pesar de los dos bloqueos que soportó el Puerto de Buenos Aires y a las difíciles condiciones de la administración sólo se pagaron alrededor de diez mil libras.
El 7 de febrero de 1826 Bernardino González Rivadavia fue elegido Presidente de la República por el  Congreso de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Manuel J. García fue su ministro de Relaciones  Exteriores, Carlos de Alvear de Guerra y Marina, Salvador María del Carril de Hacienda y Julián Agüero de
Gobierno. -¿no era el opositor?-


Recién en 1857 el Dr. Norberto de La Riestra firmó en Londres un acuerdo contrayendo nuevas obligaciones y renegociando la deuda en su totalidad; a esa fecha los intereses vencidos sumaban 1.641.000 libras y la deuda en su totalidad era de 2.457.155 libras.
Scalabrini Ortiz calcula que se pagaron, hasta 1881, cuatro millones ochocientas mil libras esterlinas. Todos los gobiernos posteriores continuaron pagando y refinanciando la deuda que se canceló definitivamente en 1903".
 Por Andrés W. Kostecki  ♦ Fuente consultada: “Argentinos” tomo 1 de Jorge Lanata.

1 comentario:

Anónimo dijo...

increíble, después de tantos años seguimos cometiendo los mismos errores.
muy informativo, realmente desconocía la mayoría de los detalles que se mencionan en éste artículo, gracias por abrirnos los ojos.